La Monarquía en España, hoy
En el año 1931 Alfonso XIII se marchó de España después de los resultados del plebiscito del 12 de abril.
España
tiene mal leída la historia; tal vez porque la Iglesia, solapadamente,
se ha encargado de la educación. La educación y la responsabilidad
cívica han sido siempre valores republicanos.
Que
la Monarquía volviera de la mano del Dictador, que Santiago Carrillo y
Felipe González “tragaran” es una barbaridad histórica.
El
Rey no tiene el mando efectivo del Ejército. La Constitución se lo
atribuye al Gobierno. El hecho de que el Rey lleve el fajín de General
no tiene más efectos que los simbólicos.
Según el catedrático de Derecho Constitucional Sr. Pérez Royo el principio monárquico precedió al principio democrático.
Es decir: Juan Carlos accedió al poder tras jurar las Leyes
Fundamentales del franquismo. E hizo uso de los poderes exorbitantes que
al Jefe del Estado le concedían las citadas Leyes Fundamentales para
poner en marcha el proceso que acabaría traduciéndose en una
Constitución democrática. En dicha Constitución la monarquía “española”
pasaba a ser monarquía “parlamentaria”.
Aunque
pueda extrañar a muchos, el rey Juan Carlos no juró la Constitución. Su
autoridad no venía de la Carta Magna, sino que ––con su autoridad
previa–– era él el que la promulgaba.
Durante los primeros años de la Transición la Monarquía se beneficiaba del buen trato de la prensa (la Monarquía era tabú; se silenciaron los negocietes con Kio, etc.). Más que monárquicos había juancarlistas.
Llegó
el 23 de febrero de 1981. El suceso del 23-F tampoco está bien contado.
No se ha mencionado nada sobre la responsabilidad del Rey.
Los
estudios más rigurosos sostienen que fue una operación para acabar con
Adolfo Suárez. Las cosas no salieron como estaban diseñadas (Suárez se
anticipó con su dimisión y colocó como su sucesor a Calvo Sotelo), pero
decidieron seguir adelante para cambiar a los personajes: poner a Armada
––el General más monárquico–– con un gobierno “constitucional”.
Era una barbaridad que lo presidiera un militar. Arzallus llegó a decir: ¿Por qué no lo preside un obispo? Para que el esperpento fuera mayor. Fue un engaño, una mentira política.
Tejero
se cargó la última fase del plan porque no quería aquél gobierno de
Concentración Nacional, al que el teniente coronel se oponía.
Años
después, la prensa se cansó de dar buen trato a la Casa Real y fueron
llegando cosas que no salían (lo de Corina, lo del elefante). Los
periodistas sacaron a relucir asuntos poco edificantes. Vino la
abdicación y la Sucesión.
Precisamente el día de la abdicación, Pérez Royo mandó un artículo a El País titulado “Fraude de Constitución”. Por primera vez en 20 años de colaboración, el diario no le publicó el artículo.
¿Para qué sirve un rey?
Los problemas complejos no tienen respuestas sencillas.
Podría servir para mediar,
pero ha elegido no hacerlo. El rey Felipe, el 4 de octubre de 2017,
rompió la neutralidad exigible a cualquier Jefe de Estado en una
democracia parlamentaria. Optó por adoptar la tesis del Gobierno con lo
que perdió una oportunidad en bandeja. El lehendakari Urkullu se sentía
“perplejo, decepcionado y preocupado por las palabras del Rey”. Alberto
Garzón criticaba “el tono antipático y hostil”.
Hoy
día la Monarquía no tiene muchos apoyos. Porque no tiene convicción.
Sus defensores alegan que “une a los españoles y sirve como embajador y
para conseguir inversiones”. Es ridículo. España ya tiene embajadores y
comisarios de comercio para esos menesteres.
En el siglo XXI un rey es un trampantojo, una ilusión óptica, una trampa ante ojo.
Al Jefe de Gobierno hay que elegirlo y al Jefe del Estado, también.
En la Coronación de Felipe VI: Aquí arriba la Monarquía; allá, abajo, los súbditos. Estos detalles son un grave error porque la Corona es un órgano del Estado. No es un poder del Estado.
En
su último mensaje navideño mejoró su comparecencia anterior, pero se le
olvidaron en su discurso: la corrupción inaceptable, la crisis social y
la tensión por Cataluña.
Para terminar, unas palabras del citado catedrático de Constitucional, Pérez Royo:
Los
españoles tienen el derecho a adoptar la forma de gobierno que más les
convenga. Solo se puede hacer mediante un Referéndum. Es lo más urgente.
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